Modelos históricos y actuales

Los modelos de sombreros en fibras vegetales de la zona central de Chile son en su gran mayoría de paja de trigo trenzada de las regiones de O’Higgins y de Ñuble. Los más destacados y representativos son los “bonetes” y las “chupallas”. También podemos encontrar sombreros icónicos que aún se comercializan como la “bombrera”, “bowboy”, “calañé”, y algunos sombreros antiguos como el “bombrero de arco” y el “sombrero de palo”.

Según P. Silva (2018), a principios del siglo XX en el valle del Itata las cuelchas y chupallas se confeccionaban enteramente a mano por mujeres de la zona, utilizando diversas técnicas de tejido para las cuelchas y diferentes tipos de paja para las chupallas. Entre 1920 y 1930, en la región se producía un sombrero de trenzado tradicional, rústico y con un ala que caía de manera natural, utilizado tanto por mujeres como por hombres del campo. Fue en la década de 1960 cuando se diseñó la chupalla tradicional hecha con cuelchas tejidas con siete pajas, con un ala recta y rígida, y una característica hendidura oval en la parte superior de la copa.

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Según los relatos de los chupalleros de la Cooperativa de artesanos de Ninhue, cuando iban a vender sus chupallas a festividades, se encontraban con los artesanos en paja de trigo y teatina de la región de O’Higgins que ofrecían chupallas más finas, con trenza más delgada y mejores terminaciones, provocando una baja demanda de sus tradicionales chupallas de 7 pajas. Es así como comenzaron a probar la confección de chupallas con pajas de un calibre más delgado y con menor cantidad de pajas y se creó la reconocida “Chupalla de Ninhue” que se elabora con 4 pajas de calibres semi finos, finos y extra finos.

En el año 2018 luego de un largo trabajo, las chupallas de Ninhue fueron reconocidas con la Denominación de Origen para el Valle del Itata por el Registro de Propiedad Intelectual de Chile.

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La chupalla es un modelo que tiene influencias españolas del conocido sombrero “Cordobés” o “Andaluz”. En Chile, se le incorporó una hendidura oval a la coronilla (internacionalmente conocida como “telescopic” crown), convirtiéndose en el clásico modelo del sombrero de huaso o chupalla que conocemos hoy. En sus inicios la copa era alta, de unos 11 cm, y el largo de ala media de unos 9 cm.  Con el pasar de los años las dimensiones fueron cambiando, la copa se acortó y el ala se alargó, llegando al tradicional modelo que conocemos hoy de copa de 9 cm de altura, y ala de 12,5 cm de largo. Según los relatos de Fernando Calvo de la fábrica de sombreros Girardi, las dimensiones del modelo fueron modificándose de acuerdo a los vaivenes de la moda imperante, y a medida que los clientes solicitaban diferentes características. En la fábrica Girardi, contaban con los conocimientos y el personal adecuado para la creación de hormas, y estas se iban desarrollando en función de las solicitudes recibidas. 

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Al día de hoy, en Ninhue se realizan variados modelos de sombreros, como la clásica sombrera, cowboy, indiana y la capota que remonta de tiempos antiguos y se realizaba en varias comunidades a lo largo del país.

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Según Guajardo (2022) la característica principal del bonete es la copa cónica, semicónica o semiesférica, con o sin ala, pliegue recto, hacia abajo, o curvo hacia arriba, usados en general en el siglo XIX. Eran de uso masculino, ligado a las actividades a caballo en el campo en la zona de Maule. Pueden llevar ornamentación geométrica, en cuero trenzado o borlas. También pueden tener bordados iconográficos. Los bonetes inicialmente eran de fieltro, y con el auge de la producción de sombreros en paja, estos comenzaron a realizarse en paja de trigo o paja teatina. Existen 3 modelos de bonete: colchaguino, caulino y cuicano según el territorio donde se elaboran. Cada uno tiene características específicas, según podemos ver en las siguientes piezas recreadas en paja teatina por la maestra artesana Juana Muñoz de La Lajuela y en una pieza elaborada en la hacienda El Huique por Clara Ruz.

Según F.Fernandez (2017) el bonete huicano es un  tipo de sombrero de hombre típico de la zona de la Hacienda de San José del Carmen de El Huique, y cuya creación, se dice, proviene del bonete maulino abajino. Originalmente era de fieltro bordado.

El bonete Colchaguino es un sombrero de hombre de la zona de Colchagua adornado con cordón rojo o negro con pompones.

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Otros modelos como el “sombrero de palo” se confeccionaban con la técnica de aduja, anteriormente al sombrero trenzado. Según los relatos de artesanas de Cutemu y Ninhue, este se barnizaba y se utilizaba para la lluvia. Sólo es confeccionado por unas pocas artesanas al día de hoy.

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El “sombrero de arco” o “sombrero media luna” en las regiones de O’higgins, Maule y Ñuble en la década del 50 y es un modelo de difícil confección. Se pueden encontrar originales y réplicas  en las colecciones de los museos Villa Cultural Huilquilemu y el Museo Regional de Rancagua.

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El sombrero “calañé” es de uso popular hasta el día de hoy en el campo y la ciudad. Consiste de una copa media y un ala media, comúnmente adornado con una cinta o banda de cuero. 

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En cuanto a sombreros en otras fibras vegetales que se realizan en la actualidad, podemos encontrar los de la región de O’higgins en hoja de choclo de la localidad de Pichidegua y los de mimbre de la localidad de Chimbarongo.

La artesanía en hoja de choclo fue iniciada por la artesana Dorila Román, que entre los productos que confeccionaba se encontraban los sombreros. Hoy un grupo de artesanas siguen la tradición de la confección de variados productos y sombreros. Utilizan la fibra trenzada con 4 hebras y realizan el punto “de cuatro puntas” o “trenza tosca rústica”, como le llaman en Pichidegua (en otras localidades se le conoce como “piquito”, “petate” o “zig-zag”) y se utilizan 18 metros de trenza en promedio para realizar la confección de un sombrero. La costura la hacen completamente a mano con hilo de volantín nacional (Búfalo de la marca Coats Cadena) y una aguja gruesa que va dejando la puntada invisible. Las artesanas le van dando la forma a la copa y el ala a mano ya que no cuentan con herramientas de sombrerería como hormas. La artesana Sandra Arriaza se destaca por la confección de sombreros en hoja de choclo de excelente calidad, firmeza y durabilidad.

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La confección de sombreros de mimbre fino en Chimbarongo es realizada por el destacado artesano Segundo Rodríguez. Los modelos elaborados son realizados a mano o sobre la única horma que tiene. Teje distintos ligamentos y diseños con las fibras de mimbre, generando relieves con innumerables detalles, que convierten al sombrero en una pieza de arte. Una de las particularidades que proporciona el mimbre tejido es el espaciado entre fibras, dejando la luz atravesar por el ala del sombrero creando sombras con textura. 

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Bibliografía:

Barrera, M., (2015). Aura, colección de piezas de calzado en base al textil patrimonial en extinción de paja teatina. Tesis de grado. Universidad Diego Portales.

Cardemil, A. (2016). Algo sobre bonetes. Artículo digital.

Fernández, F. (2017). Memorias en el calle de Colchagua. Inquilinos y empleados: reconstrucción de la memoria inquilina de la Hacienda San José del Carmen de El Huique. Tesis Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Guajardo, V. (2022). El uso y creación de los sombreros de teatina en la Región de O’Higgins. Proyecto Bajo la Lupa, Subdirección de Investigación, Servicio Nacional del Patrimonio Cultural.

Silva.P., Arce. A., Irribarra. F., Cortés. M. (2018). Chupalllas de Ninhue, una denominación de origen para el Valle del Itata. Publicación digital. 

Lacoste, P. (2017). Historia de la chupalla: sombrero de paja típico del campesino chileno. Universidad de Santiago de Chile,

Schätzke, R., Sotta, P., (2022). Trenzados de Chile. Fondart Nacional Convocatoria 2020.

www.artesaniasdechile.cl/

www.surdoc.cl

www.memoriachilena.cl

www.chileartesania.cultura.gob.cl

Texto: Andrea Calvo Gómez

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